El propósito formativo de la actividad ha girado en torno a la reflexión sobre el fenómeno de las exposiciones temporales en la actualidad. Para qué sirven, para qué se utilizan, quiénes las promueven y cuáles es su función en la sociedad contemporánea.
Esta reflexión se ha llevado a cabo en dos niveles: teórico-crítico y práctico, concluyendo esta última en la realización de un diseño-discurso expositivo concreto.
Las exposiciones temporales, en el entorno del museo y de los equipamientos culturales institucionales, han pasado de ser un recurso para difundir y ayudar a tutelar correctamente el Patrimonio, a un fenómeno de masas por el que la divulgación se ha priorizado por encima de otras estrategias que tengan que ver con la investigación, el conocimiento o las experiencias emocionales o lúdicas. El factor espectáculo le ha ganado terreno al científico, aunque se presente travestido por innovación y vanguardia a partir de la inclusión de los nuevos recursos digitales y tecnológicos.
Pero se ha perdido del horizonte de expectativas el discurso, ese hilo conductor que propiciaba el ejercicio intelectual, sencillamente porque en la planificación de la exposición se obvia, en muchas ocasiones y debido a la falta de profesionalidad de los comisarios elegidos, la concreción de unos objetivos generales, de vocación universalista, primando en los particulares la rentabilidad y lo lúdico.
Por ello, el objetivo que nos marcamos en este curso es el de plantear un desafío: re-pensar la exposición mediante una serie de preguntas que el alumno tendrá que resolver asumiendo el rol del cliente /público, elaborando un mapa mental en donde se contemple las necesidades e intereses que se plantean los públicos ante esa determinada exposición, detectar problemas reales y aportar soluciones.
No solo se contempla la seducción del público para cumplir con el discutible objetivo de la rentabilidad, ni dotar de contenido al discurso expositivo para cubrir la cuota de la transmisión de conocimiento, sino que se plantea el reto de justificar la exposición, su discurso y el gasto (de esfuerzo mental y económico).
En concreto, se trata de que el alumno, ante un tema expositivo determinado, se plantee el desafío de convertir la actividad en un proceso que contribuya a satisfacer las inquietudes de mejora a nivel social y global: la mejora medioambiental del planeta buscando alternativas a los procesos de contaminación, degradación medioambiental o políticas que desarrollan actitudes contrarias a la educación por el medio ambiente, la igualdad y la tolerancia.
Canalizando los objetivos, se priorizara la reflexión sobre conceptos de progreso, igualdad, diversidad, sostenibilidad y conservación medio ambiental, partiendo de la base de que una exposición puede, debe y tiene la obligación de establecer estrategias de difusión, aprendizaje y conocimientos sobre las grandes cuestiones que atañen a la sociedad global, con el objetivo de hacer un servicio que contribuya a un mejor desarrollo de la sociedad y la cultura en tanto es un instrumento que beneficia la convivencia y el desarrollo del individuo.